La sociedad del cansancio

 Al final de cada año, y de cada semestre en general, se puede sentir cómo la carga académica aumenta y entonces solo pienso en terminar todo lo que debo hacer para finalizar de una vez por todas la cantidad de trabajos y parciales. Entre las clases y las horas que dedico a los trabajos, miro el reloj y pienso en cómo es que el tiempo se me va tan rápido, es imposible que al final del día solo haya terminado una o dos cosas de las miles que tenía por hacer. En la noche hago un repaso de lo que hice en el día y de lo que queda para la mañana siguiente, me queda un sentimiento profundo de insatisfacción por no lograr la productividad deseada. 


Es curioso como en la visión de “La sociedad del cansancio”, Byung-Chul Han define como la sociedad ha cambiado y ahora no es una fuerza externa que nos oprime para alcanzar los índices de producción deseados sino que somos nosotros mismos los que nos presionamos para “auto explorarnos”. Somos “empresarios de nosotros mismos” que nos sentimos continuamente forzados a maximizar nuestro rendimiento. 


El cansancio que habla Byung-Chul Han se debe a la misma hiperactividad nuestra y es así como por perseguir el éxito nuestra salud o vida personal se puede ver afectada. Esto me recuerda el caso de una tía que tengo, su padre, es decir mi abuelo, trabajó arduamente por sacar adelante una tipografía y así, con mucho trabajo y esfuerzo salió de la pobreza. Ya una vez constituida su pequeña empresa la dejó en manos de su hija, ella administró con cautela el legado de su padre y pronto abriría su propio negocio, una papelería enfocada en productos de arte para estudiantes. Aunque en sus inicios al pequeño negocio le fue bien, después de unos años lo que en un inicio eran ganancias, se convirtieron en pérdidas, y generando más deudas que otra cosa mi tía seguía empeñada en trabajar allí intentando recuperar el éxito que alguna vez tuvo. Fue así como ella priorizó el trabajo ante los éxitos de sus propios familiares, faltando a muchos eventos importantes, e incluso cuando íbamos a visitarla, no dedicaba tiempo para nosotros y pasaba sus horas allí entre los productos de arte. Durante mucho tiempo esa fue la vida de mi tía, no construyó una familia propia y luego de la muerte de sus dos padres quedó sola y se dio cuenta de que lo mejor era vender ambos negocios para intentar pagar algo de las deudas que tenía. Lo relaciono al texto de Byung-Chul Han ya que aunque ella no tenía ningún jefe, vivía explotada por su propio trabajo.


Horoné presenta una visión totalmente distinta a esto, y yo soy partidario de esta forma de ver el mundo, y ahora que lo pienso puede ser porque tal vez porque yo crecí en unas condiciones más acomodadas. Horoné hace la reflexión sobre el valor de vivir más despacio, disfrutando cada momento y, sobre todo, evitando la presión de estar siempre haciendo algo.  La lentitud, en su planteamiento, no implica la inactividad o el estancamiento, sino que se trata de vivir con más conciencia, saboreando las experiencias y el tiempo que dedicamos a cada actividad. Me causa un dilema interno pensar en ambas perspectivas ya que se entienden totalmente, y además en la visión de Byung-Chul Han se representa la sociedad de hoy en día, la forma como están construidas instituciones como los colegios, las universidades o cualquier trabajo que se quiera adquirir. Todo está en función de la producción, después de todo, es el propósito capitalista. 


Vivimos conectados 24/7. Recibimos mensajes, correos, notificaciones a cada momento, y la presión de responder rápido, de estar siempre disponibles, añade otra capa de cansancio a nuestra vida cotidiana. Han lo llama hiperactividad: no solo trabajamos mucho, sino que también estamos en un estado constante de conexión y comunicación. Este ritmo afecta nuestra capacidad de desconectar, de descansar. Hasta un rato libre se siente como una oportunidad para revisar mensajes y no “perder el tiempo”.

Honoré, por otro lado, defiende una comunicación más pausada, menos reactiva. Según él, si adoptáramos la “cultura de la lentitud” en nuestra forma de comunicarnos, podríamos conectar de manera más auténtica con las personas, dedicarles tiempo real y reducir el estrés de estar siempre en “modo de respuesta”. En lugar de tratar cada mensaje como algo urgente, podríamos disfrutar más de nuestras interacciones y darle más valor a cada conversación.

Personalmente, me doy cuenta de cómo esta hiperactividad afecta mi vida diaria. Estoy constantemente pendiente del teléfono, respondiendo a cada notificación, y eso me agota. He intentado reducir la velocidad, desconectarme por momentos, pero es complicado cuando todos esperan una respuesta inmediata. Siento que, si lograra aplicar la filosofía de Honoré, podría encontrar más tranquilidad y disfrutar más de mis relaciones, de mis conversaciones, sin la presión de la inmediatez.


Hubo un momento en el semestre pasado en que me sentí completamente agotado. No era un cansancio físico, sino más profundo, como una especie de desgaste emocional y mental. Cada día se sentía como una batalla para completar pendientes, para cumplir expectativas, y al final solo me quedaba esta sensación de vacío. Ahora entiendo que eso es justo lo que Han describe como “cansancio”: un estado de agotamiento que va más allá de la simple fatiga.


Byung-Chul Hanme hizo reflexionar sobre si este estilo de vida, tan enfocado en la productividad, realmente vale la pena. Honoré me recuerda que desacelerar, tomarme las cosas con más calma, no significa perder el tiempo, sino darle valor a cada momento. Pensando en eso, he empezado a hacer pequeños cambios: tomar descansos más largos entre las sesiones de estudio, disfrutar esos momentos sin culpa, y me doy cuenta de que, curiosamente, me siento más enfocado cuando vuelvo a estudiar.

Lo interesante es que, aunque Han y Honoré tienen perspectivas diferentes, ambos coinciden en que la obsesión por la productividad nos está agotando. Han critica esta “autoexplotación” como un problema social, mientras que Honoré ofrece una solución práctica, un cambio de mentalidad. Ambos enfoques me han ayudado a ver que necesito encontrar un equilibrio entre el estudio y el bienestar, y que ese equilibrio podría estar en aprender a disfrutar más y presionarme menos. Es vivir el hoy, estar en el presente y valorar todo lo que tengo sin preocuparme por el futuro.


Bibliografía

Han, B.-C. (2022). Sociedad del Cansancio, La. Herder & Herder.

Putruele, M. (2019, abril 5). Carl Honoré y la deliciosa paradoja de la lentitud: “Hay que dejar que florezca el aburrimiento para hacer volar la imaginación”. infobae. https://www.infobae.com/tendencias/2019/04/05/carl-honore-y-la-deliciosa-paradoja-de-la-lentitud-hay-que-dejar-que-florezca-el-aburrimiento-para-hacer-volar-la-imaginacion/

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