Segunda Clase | Semana 2
El Acto de Poner en Común
“Hola, ya estoy aquí”, escribí. Mi preocupación aumentaba ligeramente cada vez más al encontrarme de pie en el lugar previamente acordado para que el carro me llevara a la universidad. Vivo en Zipaquirá, el tiempo estimado para llegar a Chía con algún margen para estar en el salón es de por lo menos cuarenta minutos, la hora de recogida era a las 6:15 a.m y, aunque generalmente corro un poco para estar a tiempo, esa vez me había angustiado más de lo normal para ser puntual, cosa que fue totalmente vana al percatarme que el tiempo avanzaba y nada que llegaba el chico al que le había escrito la noche anterior. Miraba una y otra vez las placas de los autos que pasaban con la esperanza que alguno de ellos parara, pero al ver que seguían de largo, mi paciencia disminuía. Eran ya las 6:30 a.m. y finalmente uno de esos autos se detuvo frente a mí, a lo que subí rápidamente y solo podía pensar en la resignación de llegar ligeramente tarde, hubiera preferido que no fuera así claramente, pero ya estaba allí y no era algo que pudiese cambiar.
Cada vez que viajo en carro o en bus procuro no mirar el celular, es uno de esos momentos en los que puedo descansar de la pantalla y concentrarme en las cosas que debo hacer, ser consciente de mi presente y, de alguna forma, pensar en las situaciones de dolor de los más cercanos para tener una intención de bondad frente a lo que acontecen. Por fin llegué a la universidad, salí corriendo del carro para acercar el código QR en la entrada, intentaba recordar el salón habitual de la clase mientras luchaba con los destellos de otros lugares en los que había tenido otras materias, estaba acostumbrado a lo lento de mi memoria, por ello quería hacer el mayor esfuerzo para acertar sin ningún tipo de ayuda externa. Claramente el profesor estaba hablando cuando entré a buscar asiento, aparentemente ya había realizado el llamado a lista y en aquel momento pensé cómo no dependía de mí el haber llegado con retraso.
La clase inició preguntando a todos por el ejercicio de bitácora realizado la clase pasada, el profesor sugirió si había alguien a quien le gustaría leer para el salón el trabajo solicitado, como es habitual nadie se atrevió a decir nada. De forma aleatoria e imprevista se seleccionó a alguien, María José centró su escrito en las actividades que hace para ayudar a los demás y reveló un gran sentimiento de sensibilidad por el otro y por Dios. Quién quiere ser el siguiente, preguntó el profesor de nuevo, levanté mi mano al mismo tiempo que la chica que estaba enfrente mío, eligió a Ana María para leer la bitácora. Esta vez era otra persona quien iba a leer en voz alta y cuando llegase a un punto diría el nombre de alguien más para seguir la lectura. Me preocupé un poco, ya que no sabía el nombre de nadie, afortunadamente dudo que alguien supiera el mío.
“La lectura hace al hombre completo, la conversación ágil, el escribir lo hace preciso” fue una cita de Francis Bacon que se trajo a la clase haciendo alusión a cómo la lectura y la escritura es de gran importancia en un ámbito de desarrollo personal. Dentro de las diversas frases que se mencionaron, hubo varias que llamaron mi atención, sobre todo por lo novedoso que eran para mí, una de ellas, por ejemplo, es la de la ley de Kidlin: Si puedes escribir el problema con claridad, ya has resuelto la mitad del mismo. También se platicó acerca de la acción de comunicar y cómo se debe tener una cultura del registro para la organización de la información, esto especialmente para las empresas. Escribir nos hace mejorar la memoria, creatividad y el pensamiento crítico. dice Guillermo Arriaga que cuando te leen en voz alta es como si te vieran desnudo.
La firma en los correos me parece algo muy profesional que da mucho carácter al cuerpo de un mensaje y a quien lo envía, por eso me pareció de alta utilidad que el profesor nos indicara que hiciésemos una para nuestra cuenta universitaria. También se habló de la netiqueta que hace alusión a las normas de comportamiento que deben existir en las interacciones en línea para una mejor comunicación. Me gusta cómo en la clase se dan ejemplos de la vida real y de los estudiantes del profesor, en ellos se hablaron de cómo varias personas publicaron contenido en redes sociales que les perjudicó en un futuro al momento de conseguir trabajo. Desde ahora como comunicadores, somos personajes públicos. Las redes sociales no son para empleados sino para personas naturales. Estas fueron algunas de las lecciones que me quedaron grabadas y que me aportan mucho a la hora de expresarme en internet.
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