Primera Clase | Semana 1

Sin Ideas Previas


Elegí el puesto del fondo del salón para sentarme, estaba expectante por la clase de Teorías III ya que intentaba recordar mi tercer semestre de la carrera cuando había visto la materia, pero por motivos de fuerza mayor estuve obligado a retirarla sin poder finalizar con satisfacción. Pensaba constantemente en cómo hace tanto tiempo no veía una materia sin conocer a alguien, especialmente cuando había compartido salón con mis amigos y compañeros de semestre. Curiosamente me sentía bastante calmado al estar ahí a pesar de no conocer a nadie, poseía un extraño interés en hablar con personas a las que nunca había visto y salir, de cierta forma, de mi zona de confort, especialmente cuando la mayoría de los que estaban en el aula hacen la carrera de comunicación social.


Las recomendaciones de mis compañeros sobre el profesor fueron bastante acertadas y confirmé lo que me habían dicho cuando entró al salón y se dirigió a nosotros con cierta confianza y apropiación del grupo, reflejando empatía por los estudiantes y su pasión por la enseñanza y la comunicación. Realizamos una dinámica de la que nunca había escuchado y,  por supuesto, tampoco realizado. Juan Sebastían Cobos, el profesor, nos indicó que hiciéramos uso de una hoja de papel junto a un esfero o lápiz para dibujar, luego pidió que cada uno dibujara un objeto que lo representara. Aunque pensé que me resultaría difícil, no se me ocurrió algo más que una cámara, objeto que me ha acompañado en mi pasión por la fotografía y que revela mi pasión por capturar instantes para hacerlos memorables, encuentro satisfacción en hacer de algo cotidiano un recuerdo perdurable, algo más allá que un destello en la retina y con ello transmitir sentimientos que transportan la mente a otro lugar. Luego de realizar el dibujo, el profesor pasó por cada puesto de la clase recogiendo las hojas en donde se encontraba la representación del objeto que significaba tanto para nosotros.


En medio de las dudas que me acompañaban ese día, era plenamente consciente de la incertidumbre en la que me sumergía, me sentía ajeno a todas las variables que aparecían con cada minuto que pasaba, todo me resultaba diferente. Era increíble como el salón se llenaba más y más, y a pesar de creer que no podría entrar nadie más por esa puerta llegaban más personas, incluso, de forma irónica, cuando uno de los chicos que había entrado salía seguidamente del salón, era inevitable pensar qué estaba pasando, el enigma evidente se hizo vano cuando la angustia que el muchacho manifestaba, notoria para todos, incluso para el profesor, se rompió en el gracioso evento de que había entrado a una clase de la que no hacía parte.


La dinámica no se había terminado, el profesor, con todas las hojas, procedió a repartirlas nuevamente, dejándonos a cada uno con el dibujo de una persona aleatoria de la que debíamos hacer una descripción basada en la interpretación que podíamos realizar de la imagen que teníamos con nosotros. Me sentí extrañado cuando al ver la hoja que estaba enfrente mío observaba la representación del rosario, una oración que implica la repetición, estaba confundido, ¿cómo de aquel dibujo podría analizar a una persona de la que no sé absolutamente nada? Entonces solo se me ocurrió que la elección de tal elemento hacía parte de la espiritualidad y el encuentro de propósito en aquella persona que, por el azar, había resultado con su dibujo en mis manos. Las hojas fueron apiladas nuevamente solo para que el profesor mostrara una por una a todos y leyera en voz alta la descripción que se había realizado. El interés se hizo más grande cuando de cada hoja el profesor mencionaba qué aspectos del dibujo delataban ciertas características de la persona, grafología, mencionó que era la disciplina que se hacía cargo del estudio de la escritura para determinar el carácter de alguien. Ambas personas debían presentarse siguiendo unas indicaciones que se encontraban proyectadas, tanto el autor del dibujo como de su descripción, y así con cada uno hasta que todos hubiésemos hablado. Me resultó curioso cómo ciertas respuestas se repetían, me daba cuenta que la mayoría del curso, por no decir todos, era de tercer semestre, lo que claramente es normal debido al pensum asignado por la carrera.


La sesión continuó con la explicación de la pirámide del conocimiento, presentada como una forma de clasificar cómo los seres humanos nos apropiamos de la información que recibimos y, en forma de pirámide, por orden jerárquico, hacer una valoración de cada una. Este concepto fue mostrado por medio de diversas gráficas y videos que aportaban más a la exposición del tema. Seguidamente, se habló de la taxonomía de Bloom, herramienta que plantea a los docentes establecer objetivos de aprendizaje. Terminamos los temas de la clase con la zona de confort graficada en círculos en la que se menciona cómo nos enfrentamos a nuevas situaciones. En medio de la explicación de estos conceptos el profesor los ligaba con experiencias vividas, lo que hacía la clase más dinámica y también más fácil de recordar. Por ejemplo, nos comentaba que no debemos llegar tarde a clase, y que, recordando sus clases de química, materia que no era de su agrado y de la que no recuerda absolutamente nada, se le hizo una explicación de por qué no se debía mezclar el ron con la coca cola y de cómo esto afectaba a la resaca del día siguiente.


Las dinámicas realizadas y la experiencia general del curso resultó entretenida y para nada monótona, se sentía como una charla más que como una clase en donde el que quiera puede participar. Es difícil pensar qué caracteriza la materia de Teorías III de las anteriores dos, pero se puede decir que se habla de temas de los que vamos a hacer uso constantemente como comunicadores, se presenta como una clase práctica en donde podemos aprender continuamente nuevas cosas y hacer un análisis acertado de las audiencias que verán nuestros contenidos, dejando de lado los mitos que rodean los medios masivos de comunicación.


Comentarios

Entradas populares